sábado, 1 de noviembre de 2008

EN EL METRO


han pasado más de veinte años de casi todo
y aún así he sido capaz de reconocerte
por la ventana del vagón de metro
en una parada atestada de cuerpos y rostros


un segundo o quizá menos
me han bastado para recordar aquellas mañanas de invierno
cuando iluminabas sin saberlo
mis recreos de juegos de deportes inventados de partidos infinitos
sonorizados por la algarabía de un patio de colegio
(risas
llantos
conversaciones entrecortadas)
y tú


casualmente el asiento frente a mí estaba libre
y a pesar de entrar
la última
te ha esperado paciente a que te lo ocuparas
y pudiera admirarte en tu belleza
madura
pero tan intensa como cuando estudiabas en el colegio


he disimulado
pero me he vuelto a estar enamorado
durante tres paradas de metro.