recorrer tu cuerpo y viajar por todos sus paisajes
inhóspitos, a veces,
otras, sin embargo, anhelantes de caricias o besos
y como un beatnik que no tiene domicilio fijo
-cruzarte de extremo a extremo-
mi universo consiste en una travesía continua
por todas tus sendas y caminos
y cada parada se convierte en una expresión
de vida a muerte
y dormir cada día en uno de tus rincones,
en el desierto de tu vientre o
en el volcán de tu ombligo o
en la maleza de tu cabello
subir a las alturas de tu pecho
sin cuerda ni oxigeno
solo con el piolet de mi deseo
y llegar a su cima coronada
para contemplar tu sueño
navegar entre las olas de tus lágrimas
-desnudo cruzo ese mar salado
hasta caer exhausto en tu párpado-
pasear entre las nubes de tus labios
suaves, blancas,
me deslizo hasta la comisura
para llegar a tu mejilla y recostarme
descansar allí eternamente
un recorrido sin final
porque cuando acaba comienza de nuevo
y me lleva descubrimientos impensables
un segundo antes.
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