domingo, 4 de febrero de 2007

a Sylvia Plath

He intentado regalarte mi alma en varias ocasiones
y todavía no le he conseguido a pesar de los esfuerzos de mis manos
por envolverla en papel de regalo hecho de palabras esdrújulas.

Unas veces me parecía un presente insuficiente,
porque no cubriría las expectativas de tus labios cargados de razones,
cuando se vuelven hacia mi y reclaman mi entrega sin fisuras.

Otras pensaba su ligereza se desvanecería en el instante
en que tus dedos, hechos de brisa y hierba,
se acercaran al interior del paquete cuidadosamente cerrado
como caja fuerte que guarda mis deseos.

Hoy, por fin, he podido dártela al entregarme sin barreras,
al saltar al vacío sin red como trapecista que ensaya su número mortal una y otra vez
con una red hecha de recuerdos,
sin aplausos ni recompensas.

Coge mi alma con la misma suavidad que cuando posas tu mano en la mañana
sobre mi nuca desentendida.


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