jueves, 18 de enero de 2007

a Lawrence Ferlinghetti


aquel día andamos sin prisa
por calles soleadas
cogidos de la mano
y sin prisa hablamos de todo

de nosotros y los cielos
de nubes y estrategias

aquel día el tiempo nos daba igual
porque andábamos sin rumbo
hacia nosotros mismos

y nos paramos en una alameda
y nos besamos en los labios
y nos pensamos como amantes
mientras el suelo y nuestros pies se fundían
abrazados en un solo cuerpo

y entramos en un parque mudo
y nos sentamos sobre la hierba
y yo me recosté con mi sombrero sobre el rostro
mientras tú escuchabas el ritmo de la brisa sobre las hojas

y ese día nos dimos cuenta de
que el tiempo podía detenerse
y que aun así
un día estaríamos muertos